En cada vivienda de la calle 19 de Marzo de Cuesta Linda, en Sabana Perdida, Santo Domingo Norte, el silencio de luto y dolor impera.
Los vecinos acongojados tratan de articular palabra para describir a “Eliza”, como le decían a Elizabeth Muñoz, la joven evangélica que junto a su esposo Joel Díaz fue acribillada de 15 tiros por agentes de la Policía, tras alegadamente confundirlos con delincuentes la noche del martes.
Las víctimas regresaban a su casa en la capital, luego de asistir a un culto evangélico en Villa Altagracia, San Cristóbal, cuando los policías tirotearon el vehículo en el que andaban.
La pareja iba acompañada de Claudio Alberto Ramírez, quien narró que al escuchar la ‘ráfaga de tiros’ se agachó en el piso de la parte trasera del vehículo, por lo que solo recibió el rasguño de una bala. Está en su casa fuera de peligro.
“Íbamos a la capital y los policías nos hicieron parada y luego comenzaron a apuntarnos y nos comenzaron a disparar”, narró Ramírez, que dijo está vivo por ‘milagro de Dios’.
Agregó que luego de los primeros disparos, levantó la cabeza y vio que Díaz, quien conducía el vehículo, tenía una herida en el cuello, que le hizo desmayar.
Cuenta que parece que al desmayarse pisó el acelerador y el carro rodó a la orilla de la calle, por lo que los policías los tirotearon nueva vez.
Encima, Ramírez estuvo horas detenido en el destacamento policial de Villa Altagracia.
Falta de táctica. Al preguntársele sobre la actuación de los agentes dijo que vio mucha falta de táctica y gran inexperiencia, ya que entiende que cuando la Policía manda a parar a alguien debe indicarle que bajen los cristales, pero que en su caso le dispararon sin hablar.
Elizabeth y su entorno. La labor de evangelismo y de servicio comunitario través de las actividades, en especial con los niños y las mujeres, era destacada por todos. Justo ayer los adolescentes que reunía se quedaron esperando a su “tía” para compartir el gran bizcocho que junto a unos regalos, les íba a repartir en la tarde.
Sin embargo, las balas inmisericordes del segundo teniente Victorino Reyes Navarro, el sargento Domingo Perdomo Reyes, los cabos Norkys Rodríguez Jiménez y Ángel de los Santo y los rasos Anthony Castro Pérez y Juan Manuel Ogando Solís impidieron la alegría y en su lugar le arrancaron el alma a la barriada.
“Nos han herido en el alma del barrio. Muy lamentable este caso”, exclamó Ramón Estévez propietario de un pequeño negocio.
Los vecinos cuentan que Elizabeth vivió por un tiempo fuera del país, pero el deseo de ayudar a su barriada y obedecer el llamado a las misiones que le hizo Dios en su corazón, fue lo que la hizo retornar.
María Belliard la conocía desde niña, y dice que Elizabeth Muñoz tenía más de 12 años viviendo en Italia.
“Ella dijo que Dios la mandó a hacer su obra. Tenía como dos años en el país y se casó aquí”, reveló.
“Ella desde allá le mandaba dinero al barrio entero”, cuenta Elpidio Ulloa Núñez, otro de sus vecinos, quien le cedió el pequeño parqueo de su casa para que Eliza le diera la escuela dominical a los niños y le impartiera clases de música con la ayuda de un amigo italiano que iba dos veces por semana.
“Yo le dije, rompe eso ahí y pon tu iglesia que no te voy a cobrar nada. Yo la tenía como mi verdadera hija a esa muchacha. Ay Dio’. Yo estoy temblando todavía”, expresó Ulloa Núñez con voz entrecortada mientras muestra los cartelones que Eliza había pegado de una actividad que el pasado domingo había hecho con las madres del barrio.
Ulloa Núñez cuenta que en esa última actividad que preparó Eliza para las mujeres, le trajo una charla con una psicóloga bajo el tema “Criando con inteligencia”.
Los vecinos mostraron la casa donde la pareja tenía planes de vivir y que se le estaba dando los toque finales.
Es notoria la mezcla de ira e impotencia en las personas, que se desbordan en lágrimas cuando recuerdan los hechos, todavía en fase preliminar de investigación, que provocaron la muerte de los jóvenes que tenían dos meses de casados y se congregaban en la Iglesia Misionera “Esperando A Cristo”, que pastorea Fernando Ramírez, ubicada en la calle San Rafael 19 del Ensanche Isabelita.
El clamor de justicia. La comunidad no se explica como la Policía Nacional actuó de esa manera, por lo que piden justicia a las autoridades. “Nosotros queremos que esto no quede impune, sino que se haga justicia. Esos jóvenes solo se dedicaban a predicar la palabra de Dios al pueblo”, dijo indignada Ángela Sánchez.
Las reacciones. La reacción de rechazo ha sido en cadena por parte de los sectores religiosos, políticos y la sociedad civil. Las redes sociales han explotado en un aluvión de críticas contra la acción desmedida de las patrullas actuantes, que según los datos preliminares, descargaron una lluvia de balas contra el vehículo en el que viajaba la pareja junto a Claudio Alberto Ramírez.
Entidades cristianas como Mesa del Diálogo, el Consejo Dominicano de Unidad Evangélica (Codue); los pastores Fidel Lorenzo y Carlos Peña, entre otros, han mostrado su indignación.
La Mesa de Diálogo urgió al director de la Policía esclarecer los hechos.
Entiende que hechos como estos no pueden quedar impune por lo que esos agentes deben ser investigados y juzgados.
En tanto, la Fundación Transparencia y Democracia deploró las muertes y señaló que lejos de una confusión, obedecen al elevado nivel de brutalidad que impera en el cuerpo llamado a poner orden.